domingo, 21 de julio de 2013


Agosto, 29.

Hombre de color

Querido hermano blanco:
Cuando yo nací, era negro.
Cuando crecí, era negro.
Cuando me da el sol, soy negro.
Cuando estoy enfermo, soy negro.
Cuando muera, seré negro.

Y mientras tanto, tú:
Cuando naciste, eras rosado.
Cuando creciste, fuiste blanco.
Cuando te da el sol, eres rojo.
Cuando sientes frío, eres azul.
Cuando sientes miedo, eres verde.
Cuando estás enfermo, eres amarillo.
Cuando mueras, serás gris.

Entonces, ¿cuál de nosotros dos es un hombre de color?

(De Léopold Senghor, poeta de Senegal)

Eduardo Galeano. Los hijos de los días, 2012.



No te rías de un colla


No te rías de un colla que bajó del cerro,

que dejó sus cabras, sus ovejas tiernas, sus habales yertos;
 
no te rías de un colla, si lo ves callado,
 
si lo ves zopenco, si lo ves dormido.
 
no te rías de un colla, si al cruzar la calle
 
lo ves correteando igual que una llama, igual que un guanaco,
 
asustao el runa como asno bien chúcaro,
 
poncho con sombrero, debajo del brazo.
 
No sobres al colla, si un día de sol
 
lo ves abrigado con ropa de lana, transpirado entero;
 
ten presente, amigo, que él vino del cerro, donde hay mucho frío,
 
donde el viento helado rajeteó sus manos y partió su callo.
 
No te rías de un colla, si lo ves comiendo
 
su mote cocido, su carne de avío,
 
allá, en una plaza, sobre una vereda, o cerca del río;
 
menos si lo ves coqueando por su Pachamama.
 
Él bajó del cerro a vender sus cueros,
 
a vender su lana, comprar azúcar, a llevar su harina;
 
y es tan precavido que trajo su plata,

y hasta su comida, y no te pide nada.
 
No te rías de un colla que está en la frontera
 
pa’l lado de la Quiaca o allá en las alturas del Abra del Zenta;
 
ten presente, amigo, que él será el primero en parar las patas
 
cuando alguien se atreva a violar la Patria.
 
No te burles de un colla, que si vas pa’l cerro,
 
te abrirá las puertas de su triste casa,
 
tomarás su chicha, te dará su poncho, y junto a sus guaguas,
 
comerás un tulpo y a cambio de nada.
 
No te rías de un colla que busca el silencio,
 
que en medio de lajas cultiva sus habas

y allá, en las alturas, en donde no hay nada,

¡así sobrevive con su Pachamama!
 
Fortunato Ramos. Costumbres, poemas y regionalismos. 2003