domingo, 8 de julio de 2012

Confesiones de un oficial norteamericano.
Mayor general Smedley D. Butler
He dedicado treinta y tres años y cuatro meses al servicio activo de nuestra fuerza militar más ágil, la infantería de marina. He ascendido desde segundo teniente hasta mayor general. Durante todo este período he dedicado la mayor parte de mi tiempo a servir a los intereses de los grandes negocios, a Wall Street y a los banqueros. En resumen, fui un pistolero a las órdenes del capitalismo… Contribuí a convertir a México y especialmente a Tampico en lugar seguro para los intereses petroleros norteamericanos, en 1914. Ayudé a que Haití y Cuba fueran lugares seguros para que los muchachos del National City Bank pudieran efectuar sus cobros. Ayudé también a que Nicaragüa cumpliera sus compromisos con la banca internacional Brown Brothers en 1912-1922. Aclaré la situación en 1916 a los intereses azucareros norteamericanos en la República Dominicana. Contribuí a que Honduras siguiera una política apropiada para las compañías bananeras norteamericanas en 1903. En 1927 serví en China para que la Standar Oil siguiera su camino sin ser molestada. Durante todos estos años disfruté, como dijeran los muchachos de la trastienda, de magníficas prebendas. Fui premiado con honores, medallas y ascensos. Mirando hacia atrás, pienso que hasta le hubiera podido dar algunas indicaciones a Al Capone. Lo más que pudo hacer él fue operar sus sucios negocios en tres distritos de la ciudad de Chicago. Los marines, en cambio, operábamos en tres continentes.